Cuando uno logra una venta, hay un valor en el cliente mucho mayor a la propia venta, un valor potencial de largo plazo. Si uno puede identificar a los clientes realmente valiosos (no todos los clientes valen lo mismo, incluso unos nos provocan pérdidas), ganarse a esos clientes, mantenerlos y lograr que incrementen sus compras, uno logrará generar mucho más valor que la clásica filosofía de “yo hago un producto para venderse a quién sea, no me interesa quien”.
Hoy en día se han generado muchas herramientas y software que nos prometen tener un mejor CRM (Costumer Relationship Management), pero lo realmente importante es darle al cliente la percepción de que es reconocido y que recibirá la calidad, trato y valores agregados a través de todas las diversasfases de la compra. La forma de lograr ello es a través de la administración estratégica de toda interacción con el cliente.
- Estrategias de mercadotecnia enfocadas al cliente.
- Operaciones superiores, sistemas, políticas y procedimientos diseñados hacía la satisfacción total del cliente.
- Valores y cultura organizacional enfocadas al cliente.
El tema de las relaciones con los clientes es demasiado amplio y por el momento solo hablaremos de algunos de los puntos importantes:
Una herramienta recomendable es la “pirámide de clientes” que puede ser personalizada de acuerdo a los factores de cada empresa, en especial sobre cómo ve a sus clientes y el potencial que éstos tienen en un futuro. Estos factores pueden ser la rentabilidad de cada cliente y segmento, así como el volumen de ventas de cada uno. Con ésta podremos mapear la segmentación del mercado para asignar prioridades a los clientes claves y darles mejor atención.
Para determinar que clientes son prioritarios usaremos en combinación uno de nuestros conceptos favoritos en Impulso CyA, la regla 80/20. Esta popular regla dice que el 20 por ciento de los clientes cuentan por el 80% de las ventas y que el 80% restante vale sólo el 20% de nuestras ventas. Aunque los porcentajes varían levemente en la vida real, es sorprendente cómo se cumple esta regla en la cotidianidad y aun más su utilidad si la sabes explotar, la idea clave es que no todos los clientes valen lo mismo y que no todos los clientes son rentables, que incluso algunos nos cuestan dinero.
Una vez que uno conoce a los clientes más valiosos y con más potencial, ¿Qué debemos hacer?:
- Recolectar tanta información como sea posible de los clientes potenciales y valiosos.
- Analizar la información y rediseñar nuevas necesidades de información. Crear estadísticas útiles y relevantes.
- Crear targets de mercado, diseñar las estrategias de cómo queremos ser percibidos por nuestros clientes, si queremos ser percibidos cómo alguien que provee un producto, un servicio o ir más allá, ser quién entrega valor, calidad, experiencias, etc.
- Elegir los medios de interacción y comunicación más efectivos hacía los clientes.
- Desarrollar reglas de interacción para cada segmento de clientes.
- Crear una cultura real de enfoque al cliente.
- Desarrollar los sistemas informáticos adecuados para analizar y almacenar la información relevante de los clientes.
- Desarrollar un sistema integral de administración del cliente.
Son muchos los modelos que hoy en día se han creado para que los administradores y gerentes efectúen mejores análisis de los clientes y sobre como mejorar sus relaciones. Es muy importante saber que no basta con comprar e instalar un software para tener bases de datos, eso no es CRM, es un enfoque de negocios, una visión de cómo nos percibirá el mercado, es analizar, apuntar a segmentos de mercado, ganar su lealtad y retenerlos. Todo deber formar parte de una estrategia integral desde el precio, el valor único que entrega el producto y otros atributos que a veces no se integran estratégicamente.
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